Para mis padres

Para Rosa Para Inma, testigos directos

«Un hombre cuenta tantas veces sus historias que termina convirtiéndose en parte de ellas. Ellas le sobrevivirán, y ése es el camino que le convertirá en inmortal»

«Hay un momento en el que un hombre necesita pelear y un momento en el que necesita aceptar que su destino es perder, el barco ha zarpado y solo un loco continuaría el viaje»

Este blog nació con el objeto de salvar vidas. Nació con el objeto de salvar una vida…

En mayo de 2005 lo creé bajo otro nombre, en otro lugar. Desde entonces, mi vida ha sido un continuo tobogán de emociones difícilmente controlables. Nunca imaginé que el mundo de mentira podría ofrecer tanto calor. Que unos desconocidos podrían ser tan cercanos a otros. El pasado tres de mayo el objetivo de este lugar recibió la puntilla final, esperada e inesperada al tiempo, que significa el adiós definitivo antártico que tanto se ha diluido gracias a la esperanza, esa palabra maldita que oculta tanta fuerza.

Volveré a postear, claro que sí, en otro lugar, pero ahora hay otras cuestiones que reclaman toda mi atención. Tengo mucho dolor que asimilar. Dolor que se hizo tan insoportable entre febrero y marzo que pensé no lo podría superar. Y hay una persona, mágica y especial, a quien pretendo robar todo su tiempo y regalarle la mayor parte del mío, que nada vale. A ella le debo tanto y, sobre todas las cosas, la quiero tanto.

Los últimos tres meses han parecido tres años, así de intensos han sido. Y sigo con la sensación de que no los he aprovechado como debía. Tengo la certeza de ello. El pez grande se ha ido ya y lo ha hecho como él habría querido: guardando parte de su mejor repertorio para el final. Le quiero, les quiero, y ya no están. Este lugar nació en su honor. Y sin él, y sin ella, no hay razón para continuarlo. Pero ha cumplido con su objetivo: el de salvar una vida. Ha salvado la mía…

«Y esta es la historia de mi vida»